Esta semana hemos terminado de resolver un asunto sobre un impago de rentas en una lonja alquilada en Bilbao. Nuestra clienta, era la hija de la propietaria de la lonja, y acude a nosotros porque el inquilino, que la había tenido alquilada por años, dejó de pagar cuando su negocio, una pescadería, comenzó a ir mal. Cuando nuestra clienta contactó con nosotros, acumulaba ya mas de 8 meses de deuda, lo que superaba la cantidad de 10.000 euros en rentas impagadas.
Previo a la interposición de la demanda enviamos un requerimiento escrito al inquilino solicitándole el abono de la cantidad debida. Dejamos el plazo de un mes para obtener respuesta sin que sucediera nada. Fue entonces, y con la ya imposibilidad del inquilino de la enervación de la acción, esto es, pagar una vez fuera demandado y paralizar el proceso, cuando nos pusimos en contacto con él par negociar una solución al problema de la forma menos lesiva posible para los intereses de nuestra clienta. El inquilino se mostró muy interesado, pues su negocio en la lonja era muy longevo y marcharse de allí supondría perder a todos sus clientes. Además, habiendo sido ya requerido del pago sin que hiciera nada y habiendo pasado más de un mes desde el citado requerimiento, sabía que si interponíamos demanda de desahucio sería directamente desalojado del inmueble. Lo que iba radicalmente en contra de sus intereses.
Finalmente, tras numerosas conversaciones con nuestros mediadores y unas cuantas propuestas de cada parte, conseguimos establecer un plan de pagos acorde a las posibilidades del inquilino y a las necesidades de nuestra clienta.